Posted by : Dani López 12 enero 2011

El otro día os comentaba el piloto de esta serie (que sólo podía ser británica), que a mí me gustó, pero sobre todo me intrigó por la mezcla de elementos que desplegaba, combinando la comedia, la gastronomía y difuminaba la frontera entre la realidad y la ficción. Pero, sin duda, el piloto es el peor de los episodios de la serie así que, ¿exageraba el otro día o es que todo es genial en esta serie? Un poco de ambas. El piloto está bien, a mí me gusta, pero le falta la chispa, el ritmo y el espectador ya educado como para conseguir ser genial. Sin embargo, según avanza la serie (la primera y no sé si última temporada, ha tenido 6 episodios), otros elementos aparecen que terminan de redondear la experiencia, sin abandonar en ningún momento los interesantes elementos mezclados en el primero, ante el que quizá me vi un poco deslumbrado.


El segundo episodio de la serie comienza con un sueño de Steve Coogan en el que Ben Stiller es su manager y le comenta lo bien que le va todo. Este sueño, para mí, cumple dos propósitos fundamentales: deja bien claro que, pese a su "realismo", esto es ficción (no es que no lo hubiéramos sabido igualmente, pero marca las cosas, a parte de darle un caché), además de introducirnos algo que es una constante en la serie: el ansia del protagonista por hacer grandes películas y tener grandes papeles. Por supuesto, éste es uno de los temas que mueven al personaje, pero quizá más fundamental sea su afán por demostrar que no ha pasado su tiempo, que aún puede hacer lo que sea, ya sea tirarse a una chica o imitar a un personaje. Es curioso cómo contrastan los personajes de Rob y Steve y cómo chocan en lo más profundo, con competiciones continuas que parecen sólo juegos pero no lo son. Decía en el comentario del primer episodio que la sutileza es una de las armas de la serie. Bien, pues en el campo de esa confrontación de los personajes, amigos también, está usada magistralmente: Steve, que tiene una carrera muy meritoria, aún está celoso de Rob por muchas cosas (genialmente representado en esos momentos frente al espejo en los que Steve intenta interpretar uno de los personajes de Rob) y por eso le desprecia constantemente, aunque a veces no pueda evitar reír. Y Rob, que siempre lleva un paso más allá su intento de deslumbrar con sus habilidades, descubre que, pese a que él tiene una familia feliz, al contrario que Steve, divorciado, con una novia que ha decidido tomarse un descanso, y un hijo adolescente al que no ve mucho, envidia algo tan fútil como el hecho de que se acueste con muchas mujeres, de algún modo.


Increíble el episodio en el que nuestros protagonistas comen acompañados por dos mujeres (una española [Marta Barrio], por cierto, que Steve ya conocía y no recordaba exactamente), porque lo que hace chocante y entretenido a las comidas ahí se convierte todo en momentos incómodos, incluido un momento en relación a lo último citado. Pero no sólo es un episodio mucho más incómodo para los protagonistas, sino que además marca el punto en que la melancolía toma los mandos de la serie y se apodera de muchos de sus momentos. Sigue siendo una comedia, y una gran comedia de lo incómodo, una comedia muy bien hecha, pero escenas como la del falso discurso en el entierro de Rob o similares, tienen siempre una doble cara estupendamente presentada que realmente nos hace sentir la angustia vital del protagonista al mismo tiempo que nos reímos. Como digo, una mezcla curiosa y, al final, una serie especial, una joyita para mi gusto que quizá no esté destinada al disfrute de todos, pero darle una oportunidad y puede que os sorprenda.

P.D.: y el tema de la cocina, que a mí me encanta, pese a que es algo secundario, me parece un extra más que le añade a la serie otro punto diferente, por no mencionar que, aunque es la excusa y nunca es algo fundamental, siempre está presente, igual que el hecho de que el viaje sea algo de trabajo.

4 Comentarios.

  1. Valentina says:

    Te odio, yo aún no puedo sacar rato para escribir sobre ella. Y después de leerte, tampoco me queda mucho que decir, has pillado divinamente el secreto de su sabor.

  2. Yo no te odio :P Aunque digas eso (gracias), me gustaría leer lo que tú piensas porque me ha costado enfocar el post para transmitir bien lo que me ha parecido.

  3. Nahum says:

    Ya sabes que a mí me acabó gustando mucho y, en efecto, no es para todos los paladares. Lo que parece una idiotez entre tanta imitación acaba siendo punzante. La soledad de Coogan, frente a la felicidad más "simplona" de Brydon, es lo que la hace tan humana en el fondo. Y tan irresistible, ¿verdad?

    Sin descartar que tiene momentos de humor muy, muy buenos. La conversación que se marcan en el coche sobre las convenciones de los dramas de época, bueno, no tiene precio.

  4. Tienes razón, es ese contraste entre un Coogan infeliz con su vida, buscando sentirse joven en vez de viejo y solo, y la "felicidad más simplona" de Rob lo que hace a la serie especial y humana. Y, claro, los momentos cómicos también. En el coche tienen algunos grandes momentos y las imitaciones van alternando entre lo pesado, la competición y hasta el estudio, si se puede llamar así, de ese arte. Grande.

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