Posted by : Dani López 16 febrero 2006

Iba a empezar diciendo que todos tenemos problemas con los problemas... y, de hecho, es lo que acabo de hacer. Lo que quiero decir es que, todo el mundo, sin excepción y sea cual sea, tiene algún problema. Grande, pequeño, insignificante, trascendente, secreto, público, vergonzoso... No, no mires hacia el otro lado, tú también tienes un problema. Incluso me atrevo a decir que todos tenemos más de un problema, ¿cómo no? El caso es que pensando sobre los problemas, a raíz de la imagen que voy a poner al final del post (que fue la que me hizo pensar en todo esto), recordé una frase que me ha servido bien durante los últimos años (aunque he de reconocer que, cuando se pierden los nervios, no hay frase que le calme a uno): Si tu problema tiene solución, ¿para qué te preocupas?, y si no la tiene, ¿para qué te preocupas?
Supongo que seguir al pie de la letra esto, sería simplificar mucho las cosas pero, de vez en cuando, ayuda tener presente su mensaje, una especie de Don´t worry, be happy, que nunca está de más seguir. De todas formas, preocuparse no es malo. Preocuparse es síntoma de que lo que le pasa a uno en la vida le importa, de que no pasa de todo, de que si hay solución la busca y sino la hay se maldice por la mala suerte de no poder solucionarlo. Lo malo no es preocuparse, no, lo malo es obsesionarse.
Desde luego el que no se debe obsesionar mucho es el que hizo este diagrama de resolución de problemas (concretamente problemas que tengan que ver con el funcionamiento de algo, muy comunes), un simplificado mapa de acción ante un problema que se basa en si uno puede evadir la culpa del problema o no:

Bueno, ya sabéis, preocuparse no es malo pero, si un problema tiene solución, no vale la pena nada más que buscársela (y sino... ¡pasárselo a otro!). Un saludo.

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