Hace un tiempo que habíamos visto un trailer de lo que iba a ser la nueva serie de Matt LeBlanc (creada por David Crane y Jeffrey Klarik) y teníamos ganas de más, especialmente todos los amantes de la televisión, de los tejemanejes de las compañías, de las productoras, de la falsedad de Hollywood, del backstage, del proceso creativo. Además, la serie difumina la línea entre la realidad y la ficción en algunos puntos como el tener a Matt interpretándose a sí mismo o, bueno, una versión algo malvada de sí mismo mezclada con Joey y sin la estupidez (en el fondo no le conozco, así que igual es así, pero no parece). Pero en otros puntos simplemente coge todo lo anteriormente comentado y da un paso más allá en cuanto a las cosas que pueden salir mal o la locura e insensibilidad de los personajes, y se pone de lado de la comedia más ácida e incorrecta. Y, claro, dentro de ese aspecto, también entran las diferencias culturales entre los protagonistas de la serie (LeBlanc, por lo menos en los dos primeros episodios, claramente no es el protagonista, sino que lo son los británicos Tamsin Greig y Stephen Mangan) que va desde la lluviosa Gran Bretaña a la soleada L.A.. Bueno, vale, ¿de qué va la serie? Os lo resumo: dos guionistas tienen una exitosa serie en el UK que acaba de ganar otros dos premios, momento en el que el director de una cadena norteamericana (inteligentemente y conscientemente se regodean en no decir qué cadena es) se acerca para proponerles que hagan la versión americana de la serie ellos mismos, pero cuando llegan a los USA, las cosas no son tan fáciles como esperaban.


En el primer episodio LeBlanc ni sale y está bien, sale cuando tiene que salir, pero en el segundo sale mucho más y su papel es genial, sin duda una razón más para ver la serie, que está escrita con mucho cuidado pero con una gran habilidad para la comedia que no necesita de risas de fondo y que se regodea en cuando las cosas no sólo salen mal, sino que alcanzan el más absoluto ridículo. Desde la casa en la que les instalan (que acaba de ser usada en un reality), hasta la fiesta del ejecutivo que es brutal, pasando por el portero de la finca donde está la mansión o los lamentables pelotas sin personalidad, todo está hecho, seguramente en parte, basado en una realidad, pero llevado a tales extremos que uno no puede evitar pasar un buen rato, puede que incluso a costa de niños con el síndrome de Tourette (y, por favor, vean el episodio antes de meterse conmigo, que sé que no suena muy bien el tema, pero es pertinente).

P.D.: una vez más, gracias a los señores de Showtime que se toman la molestia de filtrar los dos primeros episodios de casi todas sus series año tras año, aunque sea a poco más de una semana para el estreno.